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A punto de terminar la carrera de ingeniero agrónomo decidió
abandonarla para dedicarse de lleno a lo que sentía profundamente: la música
a través de la guitarra.
Fue en gran parte un autodidacta, pues solo
recibió algunas clases de guitarra de Antonio Sinópoli y
de armonía de T. Rodriguez Castro.
Comenzó una actuación
muy destacada en radios, especialmente en Radio Municipal y ofreció recitales
que fueron muy bien considerados por la crítica en diarios y revistas.
Desde muy joven comenzó a crear composiciones guitarrísticas
inspiradas en nuestro folklore, realizando también numerosas transcripciones
de obras de otros instrumentos.
La amistad con Andrés Segovia,
quien le dedicó una fotografía con una dedicatoria que dice "Para
Jorge Gómez Crespo, la mas fina sensibilidad de la guitarra en América
del Sur", fue un gran estímulo para perseverar en su decisión
de dedicarse a dicho instrumento.
Al crearse la Cátedra de Guitarra en el entonces Conservatorio Municipal
(hoy Manuel de Falla), fue llamado para dictar dicho curso junto con una cátedra
de audio-perceptiva.
Simultaneamente ejercía el cargo de profesor de
guitarra en el Conservatorio Beethoven.
Al fundarse el Instituto para ciegos
Román Rosell fue convocado para ejercer el cargo de profesor, cargo que
ocupó durante veinte años, adquiriendo en la oportunidad conocimientos
del Sistema Braille.
En el año 1940 presentó su "Serie
Argentina" integrada por Preludio, Vidalita, Canción, Pampeana, Norteña
y Estilo, en el Concurso de la Comisión Nacional de Cultura, obteniendo
el primer premio en dicha categoría, siendo esa la primera ocasión
en que se premiaba una obra para guitarra en dicha entidad.
Andrés
Segovia le solicitó el original de dicha suite, extrayendo de ella
"Norteña" que pasó a integrar su repertorio de concierto
efectuando tres grabaciones en Long Play.
Los destacados guitarristas
Víctor Villadangos y Sergio Moldavsky grabaron un CD integralmente
dedicado a sus obras y transcripciones.