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 Mauro
Giuliani
- Los
intérpretes de Guitarra clásica estamos muy poco integrados a la actividad
musical de las orquestas sinfónicas. Por diversos motivos, que no es del
caso enumerar aquí, los guitarristas somos pocas veces convocados por
directores de orquestas.
Ahora bien,
cuando ya tenemos la oportunidad de hacer un concierto sinfónico, nos encontramos
con una aparente escasez de repertorio, el cual se limitaría a: Concierto de Aranjuez,
de Joaquín Rodrigo, Fantasía para un Gentilhombre, también de Joaquín Rodrigo
(éstos dos probablemente los más conocidos por el público en general); Concierto
Nº1 en Re Mayor de Mario Castelnuovo Tedesco (el Nº2 en Sol Mayor ha sido poco
difundido); Concierto del Sur, de Manuel M. Ponce; Concierto para Guitarra y Pequeña
Orquesta, de Heitor Villa-Lobos; Concierto Nº1 opus 30 en La Mayor, de Mauro Giuliani.
Estos serían
los conciertos más conocidos por los propios intérpretes y directores de orquestas.
A excepción
del Concierto opus 30 de Giuliani, fueron escritos entre 1939 y 1959. Si hasta
aquí mis datos son exactos, podríamos pensar que desde 1960 a la fecha no se ha
escrito nada, o nada interesante, para la Guitarra con orquesta, lo cual es totalmente
falso. O bien, se ha escrito, y mucho por cierto, y no le estamos prestando la
debida atención a toda esa importante y variada obra. El
español Federico Moreno Torroba; los ingleses Lennox Berkeley, Malcolm Arnold,
Richard Rodney Bennett, Reginald Smith Brindle; el cubano Leo Brouwer; el brasileño
Radamés Gnatalli; el venezolano Antonio Lauro; los uruguayos Abel Carlevaro y
Eduardo Fernández; los argentinos Gerardo Gandini, Jorge Tsilicas, Honorio Siccardi,
Spinazi, Sciamarella, Zorzi; el español Antón García Abril; el estadounidense
Bryan Johanson; y toda una legión de compositores de Europa, América Latina y
América del Norte que, no alcanzaría este espacio para mencionarlos, han escrito
diversas formas de música concertante para Guitarra y orquesta. Pero
volviendo a los primeros conciertos mencionados arriba, me llama poderosamente
la atención el caso de Giuliani. Mauro
Giuliani (Barletta 1778 – Nápoles 1828) constituye junto a Fernando Sor (Barcelona
1778 – París 1839), la dupla de compositores para Guitarra más célebres del siglo
XIX. Pero
Giuliani escribió, y los tocó, tres conciertos para Guitarra y orquesta: - El
Nº1, opus 30 en La Mayor para Guitarra y orquesta (Viena, Edición Haslinger 1810).
Posteriormente apareció una versión para Guitarra y orquesta de cuerdas que es
la más difundida. - El
Nº2 opus 36 en La Mayor para Guitarra y orquesta de cuerdas (Viena, Edición Artaria
1812). - El
Nº3 opus 70 en Fa Mayor para Guitarra Terzina y orquesta (Viena, Edición Cappi
y Diabelli 1818). De
los tres, sólo el Nº1 opus 30 es conocido por el público en general, los directores
de orquesta y la mayoría de los Guitarristas. Por extrañas razones los intérpretes
hemos olvidado, casi diría, desperdiciado, dos obras muy hermosas de nuestro no
tan vasto repertorio del siglo XIX. En
el caso concreto del Concierto opus 70 que nos ocupa varios son los rasgos que
lo hacen tan interesante: el solista es una Guitarra Terzina, es decir una Guitarra
afinada en: Sol-Re-Sib-Fa-Do-Sol a diferencia de la Guitarra normal en: Mi-Si-Sol-Re-La-Mi.
Este instrumento
tuvo cierta difusión en Europa durante los siglos XVIII y XIX. Su tamaño era más
reducido que el de la Guitarra clásica, y contrariamente a lo que podría pensarse,
la reducción de su tamaño y su “scordattura” una tercera menor hacia arriba permitía
que su sonido tuviera una mayor proyección al tocar, por ejemplo, con un conjunto
de cámara o una orquesta. Varios
compositores escribieron para la Guitarra Terzina: Antón Diabelli, Leonhard von
Call, Antonio Nava, Marco Aurelio Zani de Ferranti, Johann Nepomuk Mummel, Andreas
Oberleitner, Vincenz Schuster, Onorato Costa, Franz Gregor Seegner, Joseph Kuffner,
y algunos más. (*) El
opus 70 es la obra más extensa para Guitarra y orquesta. Esto se debe no solo
a la extensión de la parte del solista, sino también a un mayor desarrollo de
los tuttis orquestales, ya que Giuliani se explaya en mostrar el amplio colorido
que le brinda el uso de las maderas, cuerdas y aún la percusión. En
el primer movimiento Allegro maestoso, en la extensa obertura, la orquesta presenta
los dos temas sobre los que está concebido este primer número; esos dos grandes
motivos son luego “expuestos” por la Guitarra. Esa exposición estará separada
del desarrollo y la reexposición por grandes interludios orquestales. La reexposición
además prescinde del primer tema. En
cambio en el segundo tiempo, Andantino siciliano con variaciones, la Guitarra
introduce la frase principal del tema y, de cada una de sus variaciones, en tanto
la orquesta se explaya en cada una de las frases siguientes. En
el tercer tiempo, Polonesa-Allegretto, encontramos a la Guitarra como introductora
de cada estribillo con la inmediata respuesta del tutti, y en las coplas un mayor
juego concertante entre solista y conjunto, como era ya habitual en los terceros
movimientos de los precedentes conciertos opus 30 y 36 de Giuliani. Otro
rasgo a mi juicio muy interesante de este concierto es el carácter "cantabile"
de casi todos sus temas, a diferencia de lo que ocurre en el primer y segundo
concierto. Aquí podemos cantar los temas como si fueran motivos de canciones populares,
dada su composición interválica simple, sin saltos pronunciados, y frases no muy
extensas, de 8 ó 12 compases. A
lo dicho podrán sumarse todas las apreciaciones individuales que puedan hacer
quienes escuchen o interpreten esta obra. Pero en mi opinión personal la ejecución
de este concierto no deja de ser un interesante desafío, entre otras cosas por
el cambio de sonoridad que nos plantea. Además
y afortunadamente, hoy en día encontramos que son varios los luthiers que se interesan
por construir Guitarras a la manera de los constructores franceses y españoles
del siglo XIX, siguiendo los planos y plantillas originales. Lo cual nos permite
la ejecución de este tipo de música con un instrumento similar o cercano al original.
No obstante, en caso de resultar dificultoso el proveerse de un instrumento semejante,
tenemos dos alternativas:
1) Tocar con una Guitarra de tamaño normal, con “capotraste” en el tercer
espacio. Esto presenta dos salvedades; que los pasajes con notas más altas deberán
ser modificados (siguiendo para ello las indicaciones que dio el propio Giuliani
para esos pasajes), con lo cual ya se pierde algo de la especial sonoridad de
esta obra; segundo, la sonoridad se verá algo reducida por el acortamiento de
la longitud de las cuerdas.
2) Tocar con una Guitarra normal pero “scordada” en Sol. Para lo cual será
necesario proveerse de un juego de cuerdas para afinar en Sol. Para
ahorrar dificultades, Giuliani escribió la parte de Guitarra de este concierto
en Re, de modo tal que la Guitarra suena en Fa, pero nuestra lectura y nuestras
manos trabajarán con las posiciones propias de la tonalidad de Re Mayor. Yo
tuve la oportunidad de tocar este concierto con la Orquesta Sinfónica de San Juan
en la ciudad homónima, siendo ésta la primera audición del mismo en la Argentina.
Para esa ocasión un fabricante de cuerdas me proveyó de encordados en Sol, que
me permitieron imitar con holgura la sonoridad de la Guitarra Terzina, como así
también el poder estudiar la obra con todas sus notas originales. Creo
que a los Guitarristas nos quedan todavía muchas obras para desempolvar, pero
esta tarea será a la larga sumamente gratificante pues, podremos disfrutar más
de una mayor cantidad de música, y de una mayor variedad de géneros. (*)
Peter Peters: La Guitarra Terzina en la primera mitad del siglo XIX. Revista II
Fronimo, 3, 1989. Carlos
Leonardo Groisman
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